Debería inspirarme y escribir algo decente, algo que algún no tan lejano día lea y diga: “No puedo creer que esto lo haya escrito yo”. Algo que pudiese enseñarle a mi tan amado y soñado Alfredo Bryce Echenique sin cubrirme la cara de vergüenza. La verdad es que siempre pienso en cómo sería mi encuentro con él. Mentira. Siempre trato de imaginarme mil escenarios propuestos, y no puedo. Me quedaría muda, o lo miraría como colegiala enamorada, qué sé yo. Suena bastante estúpido, lo sé. Maldito seas por cambiar mi forma de pensar, “Briceño”. Cada vez que me siento a redactar algo por urgencia de mis dedos o de mis dos cejas, pienso en ti, y en cómo lo dirías tú de cierta forma tan creíble y sin embargo tan fantásticamente tuya, que no pareciera real.
Debería sugestionarme de cosas no tan concretas que me permitiesen explayarme en algo no tan conocido y no obstante sabido por todos. Escribir es un arte, creo, pero redactar un poco de tu alma en párrafos es un lujo que pocos se dejan tener. Yo me lo permito por quizás muchos motivos, de los cuales recuerdo (o siento más cerca) dos: el primero sería una negativa a aceptar la tan segura respuesta de una profesora que tuve en secundaria, la cual entre bla bla bla’s me dijo abiertamente –y a secas– que no sabía redactar; el segundo sería algo así como el incondicional apoyo e incitación de un buen profesor de lenguaje (¿o fue acaso de literatura?) de secundaria también. A estas alturas de todo creo que sería bueno confesar que sí sentí algo por él, como por cualquier otro que hubiese llegado al salón con un poemario exótico (por no decir erótico) y con mil libros y demás. Es más, creo que una vez se lo dije hace como dos años, por el peor de los medios posibles, aprovechándome de que nunca lo volvería a ver jamás, y no lo he hecho hasta el día de hoy.
Creo que precisamente ahora me es imposible escribir algo que dejase estupefacto a Alf, o incluso a Mariano, por el simple hecho de que no me creo capaz de escribir para impresionar, sino para crear y develar impresiones. Alguna vez recuerdo que vi por ahí que uno es lo que lee, lo que come, e incluso con quien anda, pero nadie hace énfasis en que “uno es lo que escribe”, quizás porque es muy “obvio” y “estúpido” afirmar lo evidente, pero a mi me parece tan apreciable como comparar la población del Perú con la de Roma (aunque para ti sea como papas y camotes, “Perlita”).
Prometo tratar de escribir un cuento que te haga crear y develar tus más íntimas y ocultas impresiones. Lo haré, un día de éstos que encuentre la inspiración exacta que me saque de mi rutina comida-msn-libro-dormir.
miércoles, 25 de julio de 2007
Permiso para escribir. (o...no sé)
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2 comentarios:
no me gustó.....las palabras dificiles no hacen un texto mejor
son difíciles las palabras?
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