lunes, 29 de setiembre de 2008

Sex on fire (o miradas que comen)

"You
Your sex is on fire
And so
Were the words to transpire"



El sol caía, como lo suele hacer los veintinueve de septiembre a las dos de la tarde.

Ahora me encontraba en la parte superior de la escalera, y tú unos cuantos escalones más abajo. Tus ojos masticaban cada centímetro de mis piernas negras (por las pantys) que no cubría mi hermosísima minifalda, y yo te veía (y lo hacía discretamente). Nunca me había encantado tanto que alguien devorara mis piernas de la manera tan descarada en que lo hiciste. Tú y tu precioso nombre.

“No puedo creer que haya respondido esa pregunta, en realidad tiene muchísima
suerte. La mayor parte del tiempo aparenta ser bruto, pero creo que sólo es algo
flojo para estudiar”, dijo G.

“Llegó una hora antes del examen, y empezó a
hacernos preguntas, ¿recuerdas? No sabía nada, y te pidió que le preguntaras
algo y creí que le dirías algo como ‘Te casarías conmigo’, pero no lo hiciste”,
dijo A.

“Jaja. Hubiera sido bueno. Lo pensé, por un segundo, pero mi boca
articuló ‘dime qué es el acto administrativo’. No creo que sea bruto. Respondió, y
apuesto a que nadie más hubiera podido hacerlo tan bien como lo hizo. Antes
pensaba que era un muñequito de torta más, pero ahora… Ahora es totalmente
perfecto”, dije.


Tú seguías mirándome, así que decidí mirarte igual, de pies a cabeza, hasta que tuve que hacer importantísimas diligencias de Derecho –como comprarme un Código Penal– e irme con F.
Y me sonreíste, y te devolví la sonrisa, poniéndome mis antiquísimos lentes de sol.
Si debo ser sincera, debo admitir que fueron los mejores cinco minutos de Septiembre, y ya.

Sé que nadie mirará mis piernas de la manera en que lo hiciste, muñequito, pero la verdad es que eso… me tiene sin cuidado – estás más que invitado a hacerlo de nuevo cuando te provoque.

2 comentarios:

Ella dijo...

Bienvenido sea ahora, a tu casa ordenada y adornada con tules negros.

(K)

Mono dijo...

Supongo que sólo han parecido entretenidas en ese instante en que la perversidad ineludible lucra hasta de uno mismo. O quizá ni eso, quizá nada.

Me acabas de crear un constraste terrible entre el acto administrativo y uno que otro par de piernas.