En ese entonces debía tener más o menos cuatro, o quizás cinco años. Era algo así como la inocencia encarnada – podía incluso ser el prospecto perfecto de niña naif. Era exactamente todo lo que debía ser, y tenía más que precisamente lo que debía.
Nunca nadie se cansó –jamás– de hacerla reír, y comprarle algodones de azúcar; de tomarla de la mano para cruzar las calles; de cargarla con ternura para que pudiera alcanzar el pote del azúcar para hacer galletas; de hacerla dormir siestas después de almorzar para que descansara todo lo jugado en la mañana; y, above all, de contarle cuentos por las noches para que durmiera quieta, abrazando su oso de felpa.
Fue descubierta así, más o menos cuando tenía cinco, o cuatro años.
Ahora, más o menos dieciséis años después, se pregunta en dónde quedó todo aquello. Qué pasó con los algodones de azúcar, los potes sobre el refrigerador, las siestas después de almuerzo, los cuentos por las noches y los osos de felpa. Y fue entonces que “como Don Quijote, decidió que debía embestir contra los molinos de todas las miserias de la vida”, y ser redescubierta.
Paula veut être redécouverte – pero de verdad, y para “siempre” (léase “siempre” como un largo y no tan inconstante período de tiempo).
3 comentarios:
tú dímelo.
toc toc.
alguien por aquí?
beso caleta para ti.
robotv
Reduscubierta, para siempre.
Suena mucho más difícil que la vez anterior, sin tanto juego, definitvamente.
pestañas
soplidos
sonsera
como se cambia eso ehh?
aunque en realidad me entro por curiosidad x_x
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