lunes, 18 de febrero de 2008

Des mémoires d'un coeur effiloché.

Entonces, sin previo aviso, ocurrió: Paula se quedó algo así como espástica. Bueno, nunca tanto como eso pero sí algo estática y muda. El por fin de los porfines se restregaba en su cara, y sólo atinó a pensar:

«Alors oui tu as vu à deux comme moi,
mais jamais si parfaite comme je, jamais – ce sera ma ombre perpétuelle, perpétuelle.»

Y así comprendió finalmente lo que hace meses debió comprender,
Y deshilacho con media sonrisa la cáscara que cubría su corazón,
Y volvió en sí.

Sí.

Ahora Paula era dueña de , y de su cabeza también.
«Bendita y maldita seas, Clare Torry» - dijo.
Ahora escucharía «The great gig in the sky» hasta quebrar su voz.

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