Y huelen despacio y dulcemente a perfume y a piel y a calor.
Y todo es turbio y sucio y canalla y cada hombre…
Y se van dando al miedo delicioso y a la noche.
Y todavía vírgenes hasta el sábado siguiente.

Todo estaba bien, en efecto todo estaba.
Estás a punto de leer mil novecientas ochenta y ocho cosas ajenas, de verdad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario