Juraría trescientas veces –si pudiera– que mis horas más débiles se hicieron precisamente para contener crudamente en las cuatro paredes que alojan –día y noche– mis terribles y latentes ganas de hablarte. Pero no de hablarte a ti, antojadísimo tontito, sino a lo que fuiste, y que también fui yo, y que comenzó un no tan enfermo viernes seis de junio, y que no sé si terminó hace no tanto el fatídico día de mi casi-muerte (que detesto recordar).
Y (así) me voy a morir de tanto amor –recordando– y toda mi emoción e ilusión se harán lágrimas en mis ojos y caerán por mis mejillas y cuello, y hasta lleguen a los pechos míos que quizás, sólo quizás, llegues a besar y conocer un día.
Entonces imagino el día, ah (si es que llegase) en el que por fin pueda posar ambas manos en tus orejas, y besar tu frente y labios, y oler tu cabello, y probarle así al mundo que no debe temer más por mi, que le abro mi corazón a viento y marea, y al sol (porque la luna me tiene completa ya). Y gritaré (muy a tu pesar) que estoy dispuesta a sentir y ser sentida, y que mis horas no serán más débiles porque estaremos abrazados dentro de las cuatro paredes mías (y si quieres tuyas) y sonará toda la música que imaginé escucharíamos la primera vez que nos encontráramos así, mirándonos fijamente a los ojos, sin necesidad alguna de palabras (porque sobrarían) y sin diferencias horarias (que más de treinta y nueve veces detesté).
Ahora, pues, no sé si deba morir de amor, y menos por ti (o por lo que fuiste, y que también fui), pues si de eso realmente fuese a morir preferiría evitarlo (a toda costa), y cerrarme a viento y marea y sol (no sería sano). Llámame orgullosa, egoísta, miedosa, me importa una mierda – al final quien termina cuidando de mi soy yo (y es terrible llorar sobre platos rotos).
Y ya ves, no sé por qué de repente me puse a llorar, sin saber exactamente por qué (o sabiéndolo a la perfección) y adivinando el sabor salado que tendrán esas lágrimas cuando bajen por mis mejillas, pero no lleguen a mis pechos, y a la curiosa peca de mi seno derecho (que nunca pensé en regalarte, por cierto).
PD: Nunca te tomaste la molestia de preguntarme si me gustabas, ¿sabes? Y pude ser lo mejor que te ha pasado en la vida.
martes, 21 de octubre de 2008
Me voy a morir tanto de amor (o lo feo que es añorar cosas que se creen definitivamente perdidas)
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4 comentarios:
y tal vez él no hubiera sido lo mejor que hubiera pasado en la tuya...
pero será el sereno
Wow!
Estupendo post... Felicitaciones!
Me ha gustado mucho tu blog.
Un Saludo =)
Tú, yo, seriamente.
y qué seria si alguna vez lo hubieses tenido ... morir seria poco??
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