sábado, 5 de julio de 2008

De X's y P's (o un poco de la rarísima semana de Paula, como cuento antes de dormir)

X dice:
Sólo quiero saber cómo está Paula… qué ha estado haciendo... etcétera.
X dice:
:)
p dice:
La semana de Paula podría diagramarse casi perfectamente en una gráfica.
p dice:
Algo rara, comenzando medio bajo, con un pico cumbre, luego bajó otra vez, y subió, y se quedó entre los dos últimos, como quien no quiere la cosa.
p dice:
Dentro de todo (la universidad, sus cosas, y demás) trataba de encontrar un equilibrio que le permitiese concentrarse en las pequeñas cosas que le interesaban, a pesar del odioso sol que arruinaba un poco sus planes.
p dice:
Tuvo un par de prácticas, varias entregas de trabajos y una exposición - todas regular (y hasta excepcionalmente bien). Aunque el estrés empezara a agobiarla un poco, sinceramente, trataba de tomar mucha agua para no dejar a su cuerpo secarse como una pequeña pasita.
p dice:
No comió casi nada de chocolates debido a la tensión, pero no le afectó mucho. O mejor dicho, no le afectó tanto como cuando casi al final de la semana tuvo que poner las cosas en perspectiva por varias horas de madrugada (en la que no consiguió dormir nada, y hasta se levantó cuarenta y siete minutos antes que su despertador).
p dice:
A Paula, por lo general, no le gustaba hacerlo (poner las cosas en perspectiva), aunque sabía lo importante y esencial que era. A veces prefería simplemente mirar su techo, o salir al patio y ver había luna (a ella le encanta la luna, para ella no hay cosa más preciosa), todo menos el inconsciente movimiento de toqueteos de clavícula, que terminaban casi siempre en el huequito y los tun tun, tun tun de su corazón.

En realidad, era su corazón el que le daba la mayoría de respuestas. "A veces no es tan bueno pensar con la cabeza fría, sino con el pulso entre acelerado y no habido", se repetía fielmente cuando sabía que debía tomar decisiones.
p dice:
Entonces, ése fatídico día en el que Paula llegó al pico de su gráfica, casi casi al final de la semana, simplemente no pudo más. Luego de mil entretelones, de dimes y diretes, de unas cuantas lágrimas en su almohada y varios sorbos de agua, sólo se dedicó a escuchar en repeat una canción que últimamente iba teniendo mucho sentido para ella. "How i wish, how i wish you were here".
p dice:
Cuando iba por la octava repetición, recordó el día que escuchó la mismísima canción por el mismísimo Roger Waters. Y sonrió. Y luego recordó lo miserablemente triste que se encontraba en ese momento, y trató inútilmente de hacer las cosas que tenía pendientes para el último día de la semana en que se le exigía productividad. Trató en vano. Luchó por un par de horas, pero no podía pensar: estaba nula, y no sabía por qué. Trataba. "otra vez con la clavícula". Su corazón latía fuerte, rápido. "qué será. Me duele un poco el...". ring. "aló, ah sí". Debía terminar el trabajo, pero no podía, simplemente no podía, no sabía qué hacer. "juguemos batalla naval" - "vale". ring. "aló". Paula perdió dos de tres, se sentía mal, pero no peor. Abrió entonces un documento de word para empezar a escribir lo que se supone debía escribir para el día siguiente. No pudo. No pudo.
p dice:
"¿Qué demonios te pasa?" - se repetía constantemente, sin tener una respuesta clara. Fue al baño, se lavó la cara, se miró directo a los ojos y trató de darse una cachetada, pero no pudo. Miró abajo. Se cogió del lavamanos. Cerró los ojos fuertemente, y cayó una pequeña gota salada en su brazo derecho. "todo está bien, en efecto, todo debe", se dijo a sí misma. Abrió el grifo derecho, se lavó la cara, dientes y manos, y regresó a su documento de word, perfectamente en blanco. Trató de poner música, pero ahora sólo atinaba a escuchar "mother, will they put me in the firing line? is it just a waste of time".

Hush now baby, baby, don't you cry. Dentro de sí, y muy a su pesar, sabía que no se trataba (y nunca se trató) de tiempo perdido.
p dice:
Bien porque el tiempo no es algo que realmente puedas encontrar o perder, sino simplemente entender.
p dice:
Paula sabía que a veces hay cosas tan duras y secretas que eran quinientas treinta y dos veces mejor guardarse a dejar escapar. Su gata empezó a maullar - tenía hambre. Así que se puso sus pantuflas, y fue a dejar caer un poco de comida en su plato.

No hay comentarios.: