lunes, 10 de marzo de 2008

Como sardinas empaquetadas en una pequeña lata de metal.

Estaba a punto de acabar la serie favorita de Paula, cuando de pronto comenzó a vibrar su celular, y a sonar una entretenida canción de sus buenos Beatles. Por un minuto no creyó el nombre en la pantalla del mismo, y saludó efusivamente a la persona que se encontraba del otro lado:

- Aló, C preciosísima?
- Sí, P, no sabes. Tengo algo que contarte.

Paula escuchó detenidamente. Se rió un par de veces, y se tapó la boca constantemente en el minuto con veintisiete segundos que duró su conversación. Realmente esperaba cualquier cosa menos eso. Todo menos eso.

- Tengo que cortarte, P.
- Ok, pero tenemos que hablar más tarde eh.


Es a lo que, seriously, ¿cómo demonios vino a complicarse todo de manera tan sencilla ahora?.
La paciencia es una virtud, y Paula necesita un dispensador de paciencias y virtudes.
Y de grageas de valeriana, porque le quedan muy pocas.

2 comentarios:

Reno dijo...

y los ansiosos no saben esperar

Lalo Williams dijo...

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pequeños pecados ansiosos...



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