Las calles eran vías vacías, oscuras. La luz se había desvanecido.
Parecían las cinco de la madrugada – era mi nocturno en sol.
Me gustas un poco tú, y la idea de ti también, pero no estoy segura. Y quizás no lo esté por motivos bastante irónicos, virulentos. Amanecí pensando en cómo me habría carcomido la incertidumbre si no hubiera sido por el brío de tus ojos que esperó casi al final de la noche para salir –bajo mi cuidado, claro– y a través de tu boca, y la mía, y mis puntas de pie. Fue incierto, como la típica escena de película adolescente que, como director, no sabes si hacer que la repitan, o dejarla tal cual. O sólo ponerla en el DVD, en la sección de escenas “borradas” que sólo ven contadas personas por purita “adhesión” a los personajes. Las gelatinitas de colores, esas sí que las hubiera borrado, y la gente que estaba por ahí también, además del frío. Pero a tus labios no, ni tampoco cada cosa que hiciste desde que llegué para hacerme sentir bien – mucho más que bien, genial.
Y ahora no sé, simplemente no sé. Cómico, ¿no? La primera vez en mucho tiempo que siento cada una de las cosas que registré debía sentir, y no. Es el limbo, verdaderamente. Es no poder desprenderme de una etapa y empezar la siguiente. Es exactamente como quedar atrapado en un apagón. Quizás muchas personas concuerden en que a veces las transiciones son mucho mejor, pero en este caso parecen revertirse los efectos. Sólo tengo una duda, y una sola: “¿dónde está mi etapa ‘femme fatale’?” Detrás de esas gafas, quizás, o en la próxima fiesta – no lo sé. Lo que sí sé es que mis tendencias pusilánimes necesitan irse, verdaderamente, pero nunca tan lejos como parar perderlas de vista; y tú, pues, creo que deberías hacerle mérito al nombrecito que decidiste llevar.
No sé si te diste cuenta, pero quise acercarme a tus labios más veces de las que puedes contar con una mano, o con trescientas veinte velitas misioneras. Desearía haber sido más diligente, y haber dicho cada una de las cosas que tenía en mente. Sólo diré que hoy no me come ninguna incertidumbre. Gracias.
1 comentario:
... y llega a pasar, anonadado[a] repites la escena, una y otra vez en la mente, aunque a veces con alguna duda, no sobre si es correcto o no, sino de como llegarás a acomodarte a eso... y donde esta mi femme fatale stage... damn right
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