lunes, 28 de abril de 2008

Shake, rattle and roll (o nada de chocolates para Paula)

Casi, casi como quería. Cada semana más cerca de ser lo que siempre quiso. Cada día más lista a un pleno shake, rattle and roll.

Sesenta tic-tac redondos y complejos: cinco de medias-sonrisas, como quince de barras y costados, veintitantos de subidas y bajadas deux-kilenses, y finalmente trois minutes de puro y exquisito ménage élastique.

Et non. Rien des chocolats pour Paula.





Pd. Paula está tentándose con la idea de un theme party muy a lo Jerry Lee Lewis y Chuch Berry.

viernes, 25 de abril de 2008

Summer's almost gone (o el lado Kopelman de Paula)


"Morning found us calmly unaware,
noon burned gold into our hair,
at night, we swam at laughin' sea
when the summer's gone, where will we be?"




Paula (esta vez de Kopelman) discutía consigo misma. En realidad no era una discusión, sino más una apreciación de su situación vigente. Recordó a cierta persona que anteriormente habría machacado mil veces con un libro de veintitrés páginas sólo por darse el placer culposo. Cierta persona que ahora no le iba ni venía, que podría hasta matar (sin alevosía o cosas por el estilo, claro, para que no fuera nada más que un simple homicidio). Qué increíble desperdicio de tiempo hubiese sido golpear mil veces aquel buen libro de veintitrés páginas contra esa pobre e ilusa cabeza. Antes hubiera muerto una hora y tres minutos por por por. Ahora no, ahora puede vivir cada hora y tres minutos libre, re, re, re.
Y pensó si sería buena idea ver qué tan cambiada podría estar, si había algo de lo que le atraía tanto, ¿seguirá siendo un ente tan etéreo como pretendía ser?

- No, cariño, no lo es –se dijo a sí misma Paula– nunca lo fue
y dudo que algún día lo sea, por más libros que lea, o canciones que escuche, o
escobas con las que pretenda barrer el piso en sitios caletamente conocidos.



Es cierto - tiene muchísima razón. Ya casi (y digo casi porque así lo creo) acaba el verano, y con él cualquier reminiscencia no querida por Paula. Bien.

miércoles, 16 de abril de 2008

Un peu de Cortázar.

PEGUE LA ESTAMPILLA EN EL ÁNGULO
SUPERIOR DERECHO DEL SOBRE


Un fama y un cronopio son muy amigos y van juntos al correo a despachar unas cartas a sus esposas que viajan por Noruega gracias a la diligencia de Thos. Cook & Son. El fama pega sus estampillas con prolijidad, dándoles golpecitos para que se fijen bien, pero el cronopio lanza un grito terrible sobresaltando a los empleados, y con inmensa cólera declara que las imágenes de los sellos son repugnantes de mal gusto y que jamás podrán obligarlo a prostituir sus cartas de amor conyugal con semejantes tristezas. El fama se siente muy incómodo porque ya ha pegado sus estampillas, pero como es muy amigo del cronopio, quisiera solidarizarse y aventura que en efecto la vista de la estampilla de veinte centavos es más bien vulgar y repetida, pero que la de un peso tiene un color borra de vino sentador. Nada de esto calma al cronopio, que agita su carta y apostrofa a los empleados que lo contemplan estupefactos. Acude el jefe de correos, y apenas veinte segundos más tarde el cronopio está en la calle, con la carta en la mano y una gran pesadumbre. El fama, que furtivamente ha puesto la suya en el buzón, acude a consolarlo y le dice: —Por suerte nuestra esposas viajan juntas, y en mi carta anuncié que estabas bien, de modo que tu señora se enterará por la mía.

viernes, 11 de abril de 2008

Irreversible.



Durante dos semanas ya, o algo más, Paula se había resistido de placer alguno y se había entregado a manos que no eran suyas, a planes exquisitamente puros que no le eran tan extraños como era de esperarse. Sonreía más que de costumbre, y la vida que llevaba no se le hacía tan pesada. Dos semanas ya, y en cinco o más sería exactamente lo que había deseado mitad de su vida, pero sólo mitad eh.

Antes habría sucumbido a cualquier momento de puro hedonismo, pero no.
Estaba en un trance, en algo muchísimo más que bueno, en lo que precisamente quería y en lo que por fin se convertiría: sería ella misma, dentro y fuera.
Ni el más rico de los chocolates podría hacerla desistir, ni uno solito.

domingo, 6 de abril de 2008

Hojas de té. (o veintiocho vidas de camino al sur)



Los recuerdos harán que te olvide
los recuerdos harán que te olvide
los recuerdos harán que te olvide
que no se te olvide acordarte que me tienes que olvidar




Nada como un viajecito acompañado por el Magical Mystery Tour para dejar albores y crespos hechos, hechos. Hechísimos y descarados, Paula jamás imaginó verse en tremendas y tamañas situaciones tan irónicamente puestas por el susodicho destino el único día de la semana que no planeaba ver (o verse) nada excepcional.

La playa estaba estupenda, o al menos así se veía, ya que Paula se quedó en el acogedor departamentito moderno que daba al mar. Cómodamente se ubicó en la terraza, puso el "Physical Graffiti" que tenía a la mano, se echó en una hamaca blanca, blanca, y se dejó llevar por el sonido del mar y de Custard pie, que comenzaba a sonar.

Fue el sábado de verano más largo que vivió Paula este año: en realidad fue el único sábado de "otoño", al costado del Sol, el mar, la arena, y los dos pobres imbéciles que se la pasaban jugando con un par de paletas. No extrañaría para nada al sol cuando se fuera por completo.


Ah sí, cómo olvidar a la sandía. Best sandía ever.

Y sí, el copyright de las fotos es mío.